Aún recuerdo la primera vez que abrí Photoshop. Era en su versión 5.0. a finales de los años 90. Enseguida supe que se abría ante mi una herramienta excepcional, sólo me hizo falta indagar en él un rato y aplicar unos cuántos filtros sobre una imagen para descubrir el magnetismo de este programa. Para un enamorado del dibujo y la fotografía como yo Photoshop era la herramienta adecuada con la que combinar ambas cosas, me hacía sentir como un mago porque me permitía transformar la realidad con ‘trucos’ y efectos hasta convertirla en algo totalmente nuevo y sorprendente. Una de mis primeras andanzas consistió en el retoque fotográfico de varias fotos familiares que estaban muy deterioradas hasta recuperar casi por completo su aspecto original. Y cuánto más practicaba, más me gustaba.
Adobe Photoshop es el programa de edición y retoque fotográfico por excelencia. Su versatilidad hace que sea una herramienta imprescindible en el ámbito de la publicidad, la fotografía y el arte digital. Su funcionamiento basado en un sistema de superposición de capas permite ir incluyendo elementos de una manera “relativamente sencilla” y combinarlos o fusionarlos con multitud de potentes efectos, de elementos tipográficos e ilustraciones vectorizadas. Las imágenes que dan como resultado pueden ser de una magnífica calidad, y además nos permite trabajar en la mayoría de formatos de imágenes existentes.
Nunca imaginaron los hermanos Knoll la importancia que llegaría a tener el programa que allá por 1987 empezaban a desarrollar. Gracias a la evolución tecnológica del momento, el mundo de la imagen digital comenzó a dar sus primeros pasos. Un año más tarde de su creación, la firma Adobe decidió comprarles la licencia y al año siguiente se comenzó a distribuir Photoshop 1.0. adaptado únicamente para entorno Macintosh.
Hoy en día Photoshop es una herramienta que ha trascendido el mundo del diseñador gráfico profesional y la publicidad para ser usado por fotógrafos de todos los rincones del planeta y usuarios a nivel amateur. Pero en los últimos años esta herramienta se ha visto envuelta en la polémica por el abuso que publicaciones -sobre todo dentro del mundo de la moda- han cometido con algunas imágenes de modelos y/o productos.
En ocasiones, se ha pasado de retocar la luz ambiente o de disimular alguna mancha de la piel a cambiar totalmente la expresión de la cara o a moldear la figura hasta la extrema delgadez.
Sin embargo, el retoque fotográfico y trucaje de imágenes no es algo que empezase a suceder con la aparición de las nuevas tecnologías. Georges Méliès -creador de los primeros efectos especiales en el cine- coloreaba los fotogramas de sus películas a mano. También la fotografía se utilizó como un arma eficaz de propaganda en los tiempos de guerra, y no se dudaba en modificar todos aquellos detalles que resultasen propicios a los propios intereses. Un ejemplo de ello es una fotografía de 1942 en la que aparece Mussolini a caballo en una pose triunfal, en donde previamente se había hecho desaparecer al hombre que estaba sujetando las riendas de su corcel. Otro ejemplo es una instantánea tomada en 1940 en uno de los encuentros que mantuvieron Franco y Hitler; en este caso se cambió el rostro de Franco en el que salía con los ojos cerrados por otro en el que aparece con una expresión más distendida. De esta manera la agencia EFE a través de este montaje fotográfico quiso transmitir al pueblo español una imagen de normalidad, sin la tensión de la fotografía original.
La polémica sobre el excesivo retoque de imágenes y uso de Photoshop está servida, pero creo que es más bien una cuestión de responsabilidad de quién, para qué y cómo se utiliza.
